Soy Tania Cavada, y tengo 43 años. Después de más de 20 años trabajando en multinacionales en el área de marketing y más de 15 dirigiendo equipos en Madrid, hace dos años volví a San Sebastián y gracias al proyecto Emekin, un proyecto que ayuda a las mujeres a emprender, me establecí como profesional autónoma.
En los últimos 13 años y fruto de una crisis personal en el área laboral comencé a formarme en el área de psicología, liderazgo, gestión del cambio y coaching, y actualmente trabajo como consultora para empresas y acompañando a personas en momentos de cambio.
¿A qué te dedicas?
En el área de empresas, acompaño a equipos y sus organizaciones en procesos de transformación y cambio: transición generacional, tecnológica, innovación en procesos internos, gestión del cambio, lanzamiento de nuevos productos, etc., y gracias a mi experiencia en comunicación, hacemos que esos cambios se traduzcan en acciones concretas donde cada persona lo pueda incorporar de forma natural, efectiva y colaborativa consigo misma y con todos los agentes de la organización.
En el área de personas, acompaño en procesos profesionales y personales que normalmente van asociados con el cambio: gestión de momentos vitales nuevos, emprendimiento, reorientación profesional y personal...Esos momentos en los que intuimos que algo no termina de encajar y crear un espacio compartido en el que reflexionar se convierte en un trabajo nutritivo y enriquecedor.
¿Cómo has vivido tu etapa como autónoma?
Para mi esta nueva etapa como profesional freelance ha sido en algunos momentos solitaria y eso me ha hecho crear una red de colaboradores en diferentes ámbitos donde compartir experiencias, tener apoyos con los que poder contrastar mi trabajo y con los que co-crear y colaborar en nuevos proyectos, en equipo. Si, como freelance también se puede trabajar en equipo y es muy enriquecedor.
¿En qué consiste tu proyecto?
Hace un año creamos y lanzamos FlorCare con unos compañeros de formación. FlorCare nace en 2019 como un proyecto de inclusión social de acceso a jóvenes en riesgo de exclusión al mundo laboral con la creación de viveros de plantas.
Este proyecto surge de la mano de Sergio Borrás, un compañero que nos invita a María y a mí a participar en él y co-pensar que hacer con esas plantas que nacen del cuidado. Nos pusimos a pensar y lanzamos la “Consultoría del Cuidado”, una propuesta para extender el cuidado activo y consciente a las organizaciones. Las plantas fruto del origen de FlorCare junto con diferentes programas formativos se convierten en una potente herramienta de sensibilización hacia el autocuidado y el cuidado para las personas y las organizaciones.
¿Qué idea persigue tu proyecto?
Estamos en plena fase de lanzamiento y está teniendo muy buena acogida entre las empresas que comprenden la importancia de cuidar y de trasladar el cuidado a su cultura organizativa. Es increíble como un ser vivo, la planta, puede decirnos tanto simplemente cuando reflexionamos sobre su propia vida y cómo el sencillo gesto de tener una planta con el significado del cuidado que le trasladamos en FlorCare en la mesa de la oficina, nos puede hacer reflexionar sobre la importancia del cuidado. De ahí nace el lema de FlorCare: Si me cuidas, te cuidas. Es la planta la que nos habla y nos recuerda que, si la regamos y nos regamos cada día, floreceremos y creceremos.
Nuestro producto puede adaptarse a las necesidades de las empresas y a su capacidad de compromiso con el cuidado en un momento determinado. Si pensamos en las organizaciones como personas, no siempre podemos adquirir el mismo compromiso de autocuidado con nosotros mismos. Las personas y las organizaciones somos organismos en constante cambio.
¿Qué fases sigue la entrega?
Creamos desde acciones tan sencillas como la entrega de la planta a los empleados con un taller sobre el cuidado: un acto sencillo y de gran impacto que permite reflexionar a la organización y sus personas sobre el cuidado (y también como nos podemos descuidar) a nivel organizacional y cultural, el autocuidado personal, con el equipo, ... y definir palancas accionables sencillas que puedan transformar al individuo y por ende a la organización. Pasando por planes de “cultivo” del cuidado en las organizaciones en los que definimos un plan anual y adaptado a cada contexto organizativo, y que puede llegarnos a instalar un vivero en las oficinas de la organización con la que colaboramos.
¿Cuáles son los beneficios de la naturaleza?
Al escribir esto no puedo evitar sonreír. Soy y somos unos creyentes en la naturaleza y su capacidad de hacernos re-conectar con los valores “naturales” de las personas entre los que por supuesto el cuidado es clave. La naturaleza no deja de cuidarnos, y a pesar de que no podemos decir lo mismo de nosotros, es una alegría y un orgullo poder formar parte de un círculo de cuidado a través de ella, devolviéndole un poquito de tanto que recibimos, y compartiéndolo con todos aquellos que quieren formar parte de esta cadena del cuidado.
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