María de Labayen, oriunda de Lezo (XVI) es una de las primeras mujeres sidreras que se conocen.

Viuda del Capitán Miguel de Arrieta y madre de dos hijas, tuvo que emprender para salir adelante. Lo consiguió a base de esfuerzo, tesón, los conocimientos del comercio marítimo que había adquirido durante su matrimonio y la explotación de su propiedad: un caserío lagar en el que elaboraba sidra con manzanas de su propia cosecha.

 

La sidra era muy apreciada en la época y era utilizada como moneda por la gran demanda que había en el mercado. Tras el descubrimiento de Terranova en 1947, eran habituales las expediciones a la caza de la ballena.

María de Labayen se asocia con Juanes de Ilumbe, Paulo de Iturriaga y Martín de Acorda. En 1565, preparan veinticuatro barricas de sidra para el viaje de la nao “Saint Nicolas” que partía del puerto de Pasajes. Sin embargo, las autoridades donostiarras, que estaban en litigios con los Fueros de Guipúzcoa, decomisan la sidra alegando que sólo podían embarcar sidra de su jurisdicción. Lejos de amedrentarse, es ella quien demanda al Concejo de Donostia ante el Corregidor de Guipúzcoa por haberle decomisado las veinticuatro barricas. Después de hacer frente a muchos gastos judiciales y esperar un año, el Juez le dio la razón y le devolvió las barricas incautadas. Este hecho sentó un precedente entre los productores de sidra.

 

Poco más se sabe de esta mujer que supo manejarse y superar adversidades para sacar a sus hijas adelante. Un ejemplo de que, con valentía e inteligencia, se pueden superar barreras y obstáculos, a primera vista infranqueables.