Profesora de Euskera de AEK durante 25 años. De familia euskalduna, en su casa jamás se habló en otra lengua. El Euskera es una joya, el idioma más antiguo de Europa. Sus padres se lo dejaron bien claro:
“En Euskadi hay que hablar en Euskera”.
Sin embargo, Kontxa Laspiur acepta dejar testimonio de su vida en castellano. Porque ella sí sabe los dos idiomas y elige compartir sus vivencias en una entrevista en la que nos cuenta detalles de su vida.
Kontxa cuenta que España a Castilla le quitó el nombre. Después de la guerra, cuando lo quemaron todo, vinieron castellanos a construir las casas y se quedaron aquí. Franco prohibió hablar en euskera, fue una época difícil. Hubo muchos castigos, muchas injusticias. Su hermano Imanol tenía que ser llamado Manuel fuera de casa, hasta ese extremo estaba prohibida la expresión de un idioma. Sin embargo, el odio ha quedado atrás, hay que seguir adelante reivindicando de forma constructiva la memoria. Un ejemplo lo tenemos en la fuente de IbarKurutze, que fue llamada “la fuente de los cuatro caños” por mucho tiempo por gente que no hablaba euskera o no era de Eibar. Para los eibarreses hispanohablantes era y es “la fuente de Ibarrecruz”.
Kontxa tuvo seis hermanos y sólo han sobrevivido las dos mayores. A las chicas de ahora les diría que la moda que hay le parece indecente. Antes la moda era elegante, hoy en día, se lleva la ropa demasiado corta, rota, como unos pantalones con las rodillas al aire que vio el otro día. En el caserío se usaba ropa más nueva, todo arreglado y bien cosido. Además, comprueba en la vida diaria que la juventud ahora ha perdido el respeto por los mayores, y ella piensa que es una pena, que el respeto y la cortesía, deberían ser trabajados en casa: ceder el asiento en el autobús, por ejemplo. Entre tantos otros detalles.
Recuerda una anécdota de su infancia: “Al llegar a casa de la escuela, a las once y media, su ama le pidió que le llevara el bocadillo del hamarretako a su aita, tamborilero, al ayuntamiento porque hasta las dos no salía. Al llegar al edificio, en las escaleras que entonces eran de mármol, se encontró bajando un hombre, el capitán de los socialistas, Toribio Etxeberria, un hombre maravilloso, muy bueno. Hay un busto de él y todo. Le vi, y yo, sin perder el tiempo le pregunté: ¿dónde trabaja mi padre? Y él me respondió: ¿y quién es tu padre? (Ta zein da zure aita?) Aspiur. ¡Ahh! – me dijo- Sube por esas escaleras y encontrarás una puerta a la mano izquierda. Vete a la mano izquierda, a la derecha no. A la izquierda. Encontrarás otra puerta de cristal, abre aquello y a la izquierda, en la tercera taquilla encontrarás a tu padre. Fui, y allí no estaba el padre, pero en la taquilla le dejé el bocadillo. - Ha venido la niña-, pensó mi padre. Al llegar le comentó a mi madre: Desde luego, las chicas, ¡cuánto más listas que los chicos son!, ¿verdad?
Si hubiera sido un chico, hubiera andado buscando por donde estaba el padre, sin andar preguntando. Como era chica, al primero que vi le pregunté. Hoy también, tú vete en coche con un hombre, y en la misma revuelta siempre, por no preguntar”.
“El hombre es un egoísta y sigue siendo, ellos siempre tienen la verdad. Pues así. Tuve la mala suerte de quedarme joven viuda. Todos solíamos comer en la casa de la madre los domingos. A mi marido le dio un ataque, no había nada que hacer, pero él quería San Sebastián. Vestido de domingo y de estreno, le llevamos y murió en urgencias. ¡Qué sola me ha dejado! Mientras tanto, fuimos muy felices”.
“Los hombres tenían cada uno su sociedad, donde las mujeres no entraban. Nosotras estábamos siempre en casa. Mercedes Careaga trabajó mucho por la mujer, antes de crear la asociación Goi Argi ya daba muchas conferencias y nos lo enseñaba todo: buenos ejemplos, nos preparaba a las mujeres. Mi quinta hermana se apuntó la primera y luego me apunté yo. Era un lugar de reunión para las mujeres”.
Kontxa Laspiur, como andereño, tuvo muchos grupos: chicas y chicos, y les conoce a todos de cara, pero algunos nombres se le han olvidado. AEK se abre en los pisos bajos. Se empieza con un alumnado de 1.300 personas y 33 profesoras, enseñando gratis, dos horas. Enseñando al mismo grupo dos profesoras, una por hora, porque cada una tenía distinta manera de hablar y expresar. Enseguida el PNV puso una escuela al lado: HABE. Hubo desigualdades, porque a ellos les pagaba el gobierno. Tuvieron que empezar a cobrar para pagar a los profesores, la luz, el alquiler y algunas personas se pasaron al HABE. Llegaron a dar clases en la calle, frente al ayuntamiento. Recuerda una anécdota, cuando un día, se les acercó una mujer de ochenta años queriendo aprender castellano porque le habían dicho que, “de Madrid al cielo”. Ana, una alumna gallega, le explicó a la señora que no le hacía falta hablar castellano para ir al cielo, que desde Eibar, también se iba. También se va.
En la Korrika, cuando le hicieron el homenaje, cuando la gente gritaba “ko-rri-ka, ko-rri-ka”, ella gritaba “a-e-k, a-e-k”, reivindicando que fueron los primeros. Recuerda que Euskadi son siete provincias, que es importante tenerlo en cuenta. Ella, hablando siempre, en euskera, como le enseñaron en casa. Excepto hoy, y nos honra la excepción.
La entrevista, con sus risas y lágrimas, revela a una mujer luchadora, como la define Iñaki, el hijo de una amiga suya que también va a cumplir 100 años pronto y que se acerca a Kontxa para saludarle, y darle un beso. La madre de Iñaki y ella eran vecinas, las dos llamadas Kontxita, dos guerreras.
Detalles de cariño que esta mujer entrañable recoge, después de haber sembrado tanto, enseñando a los demás, euskera.
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